La materia prima de la cerámica es la arcilla, que tiene propiedades plásticas, y que cuando se humedece se puede modelar fácilmente. A esta arcilla se le extraen las impurezas y se pone al sol para liberar la humedad que contiene. Después se le añade el agua necesaria hasta conseguir la plasticidad adecuada para facilitar su amasado manual.

Se deja reposar por algunos días para que el agua se evapore lentamente y así se endurezca.

Los artesanos actuales la siguen elaborando como en la antigüedad, pero actualmente existe la alternativa de pastas ya preparadas por la industria, cuando se tiene la arcilla a punto, se puede proceder con el amasado.

Antiguamente, el amasado de la cerámica se realizaba a mano, dándole golpes y trabajándola hasta crear las pellas o trozos de arcilla con el tamaño adecuado para elaborar las piezas. Actualmente, este proceso se puede realizar con una amasadora eléctrica, se introduce la arcilla en la máquina y se obtienen cilindros uniformes de material, estos cilindros se fraccionan y se obtienen las pellas de las dimensiones requeridas para cada proyecto.

En todo el proceso es fundamental el desairado de la arcilla para que pueda ser trabajada y obtener las piezas cerámicas consistentes y sin espacios porosos, se necesita compactar la arcilla para eliminar todo el aire y la humedad presentes. Se puede usar una bomba de vacío conectada a la amasadora o al amasado manual, así las partículas que componen la arcilla se compactan y se eliminan los espacios entre ellas.